Trabajó desde los seis años, y fue uno de los primeros en ingresar al programa. “Algunas veces sí me gustaba trabajar, pero a veces yo quería jugar, y mi papá me llevaba algo forzado a trabajar porque decía que debía hacerme hombre. Esas son las palabras que dicen en el campo: que hay que aprender”, afirma Jorge.
Jorge es una de las varias historias de éxito que hay detrás del trabajo que realiza Fundación Telefónica, que lleva más de una década impulsando la educación, la erradicación del trabajo infantil y promoviendo la creación de ideas para construir un mejor futuro para los niños y jóvenes de Latinoamérica.
La fundación utiliza las herramientas que brindan las nuevas tecnologías, no solo para conectar a las personas, sino para transformar la sociedad por medio de proyectos de desarrollo social. Uno de ellos es Proniño, un programa que contribuye a erradicar el trabajo infantil por medio de la escolarización. Solo en El Salvador, este programa ha permitido que más de 14,000 niños, niñas y adolescentes tengan una oportunidad diferente. Jorge es uno de ellos.
Jorge, que algunas veces trabajaba con su padre en los cañales, se dedicaba sobre todo a cultivar un pedazo de tierra para alimentar a su familia y completar los ingresos que su padre aportaba como rozador de cañales y mandador de finca. “Yo me encargaba de la agricultura, de sembrar maíz. Yo era el hombre de la casa porque mi papá no se encontraba ahí, yo hacía todo lo de un hombre cuando yo era un niño”, agrega.Esa actividad le restó tiempo y fuerzas para su estudio. “Por eso el trabajo infantil para mi representa explotación, es como una agresión que le quita lo que tiene que hacer un niño. El niño debe jugar y no trabajar.Cuando somos pequeños es más importante estudiar”, afirma.
Asegura que ha “aprendido a valorar” lo que Fundación Telefónica le brindó, ya que eso le permitió, no solo cumplir sus sueños sino, madurar y conocer que el camino del triunfo no es fácil, pero tampoco imposible. ”Yo no tenía idea de que podía llegar a donde estoy, y gracias a Fundación Telefónica es que yo estoy aquí”, dice. Ahora, a sus 21 años ya se graduó de técnico en agronomía de la Escuela Nacional de Agricultura (ENA) y gana un salario como oficial de bloques de mantenimiento en la central de Izalco, lo que le permitirá seguir estudiando y lograr su título de ingeniero en Agronomía.